Con la mirada puesta en el mar
Hace algunos días conocimos el Informe del Estado del Medio Ambiente 2024 (IEMA 2024), un documento realizado por el Ministerio del Medio Ambiente que demuestra el interés de transparentar la información a través de una plataforma abierta y accesible para la ciudadanía, proporcionando datos sobre las problemáticas ambientales con un enfoque colaborativo y basado en evidencia. Producto de un esfuerzo país, entre los logros, destaca el aumento sustantivo en el uso de energías renovables no convencionales, el incremento de la superficie de áreas protegidas y la reducción en la contaminación en un 21% a nivel nacional.
Pero no todo es avance. Hay temas que influyen de manera dramática en la calidad de vida de las personas y que si bien no podemos evitar, tenemos la obligación de gestionar de alguna forma. Tal es el caso de la sequía persistente y alarmante que vuelve a ratificar este informe, y que esperamos permita dar celeridad a la toma de decisiones en torno a la eficiencia hídrica y nuevas fuentes de agua sostenible.
Hoy compiten por el agua los sectores agrícola, industrial y urbano, provocando tensiones que el mundo ha solucionado con agua de mar. Las plantas desaladoras, señala el informe, “se han vuelto una opción para mitigar la crisis hídrica y han permitido acceder a nuevas fuentes de agua que aseguran el suministro tanto para el consumo humano como para las actividades productivas”. Según datos mundiales de la Asociación Internacional de Desalación, 20 mil plantas a nivel mundial producen 100 millones de metros cúbicos de agua al día. En países como Israel, alrededor del 80% del consumo doméstico proviene del agua desalada y en el mismo Chile, el 85% del suministro de agua de la Región de Antofagasta viene del océano.
Son solo cifras, pero confirman ampliamente la relevancia y aporte de la desalación del agua de mar, y Chile, con su extensa costa, tiene un potencial único para aprovechar esta tecnología. Aún falta mucho, especialmente en las zonas áridas y densamente pobladas del Chile central donde en 2025, esperamos iniciar la operación de la planta que actualmente construimos en Aguas Pacífico, la primera en abastecer sectores de las regiones Quinta y Metropolitana.
En la búsqueda de soluciones y en la adaptación de las mismas podemos encontrar la justicia hídrica que exige un Chile donde un 54% de las comunas del país vive en condiciones de escasez, y 400.000 familias dependen del abastecimiento a través de camiones aljibe, con sus deficiencias, con sus limitaciones y altos precios, y las toneladas de CO2 que liberan a ese medioambiente estresado y exigido que consigna el informe que nos lleva a esta reflexión.
El rol del Estado también es crucial en esta transición hacia una gestión hídrica más eficiente y multipropósito. Las políticas públicas deben promoverla, regulando de manera efectiva la extracción y uso de este recurso, creando incentivos para empresas que implementen prácticas sostenibles. La invitación es a ver la desalinización como un motor de cambio que beneficie tanto al medio ambiente como a la economía. Podemos, a los avances logrados, sumar una mirada puesta en el mar.
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