Una golondrina no hace verano

Columna de opinión de Javier Moreno Hueyo, gerente general de Aguas Pacífico en El Mercurio de Valparaíso.

Los recientes eventos meteorológicos y lo que parece una abundancia de milímetros de lluvia caída nos hacen por un momento olvidar que llevamos más de una década de extrema sequía. Recurriendo a un lugar común, es necesario tener presente que “una golondrina no hace verano”. El mundo entero se ha volcado a entender el cambio climático, a medir sus efectos, los riesgos económicos y sociales; y a buscar fórmulas para paliar las consecuencias de tantos años en los que la población humana funcionó sin tener en consideración cómo estábamos afectando al medioambiente, aun cuando la sabia naturaleza nos mostraba señales tan evidentes como la desertificación y la catástrofe sequía.

Hace 40 años la Organización para las Naciones Unidas comenzó a abordar la problemática de la desertificación e instauró el 17 de junio como Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. En general, solemos conmemorar la fecha con dolorosas imágenes y datos que muestran la catástrofe. Hoy queremos hacerlo poniendo sobre la mesa soluciones concretas.

En ese contexto, a fines del 2025, la planta desalinizadora de Aguas Pacífico aportará con miles de litros de agua segura y sustentable para consumo humano a la Región de Valparaíso. Un granito importante en el abastecimiento seguro y equitativo de particulares de la zona central del país. Ahí ponemos nuestras fichas.

Porque no basta con pensar en desoladoras. El territorio de las regiones del centro de Chile es acotado, con alta densidad de población y grandes centros urbanos y conurbaciones, por lo que no hay espacio para que cada cliente instale una planta desalinizadora de abastecimiento exclusivo. Se hace urgente avanzar en plantas desalinizadoras sustantables y multipropósito, que desde su origen permitan aportar tanto a industrias como al consumo humano.

Apostamos por una nueva fuente de agua para empresas que responsablemente buscan abastecerse con agua desalinizadora y carbono neutral, liberando así al ecosistema las caudales que hoy extraen de ríos y pozos. Apostamos también, a que esta infraestructura compartida, contribuya con soluciones sostenibles para el consumo humano a través de asociaciones con Servicios Sanitarios Rurales (ex-APR) que se conectarán a una nueva fuente de agua segura y sostenible.

Tenemos que entender siempre que hoy en la región existen realidades sumamente complejas, con vecinos que en plena escasez hídrica están recibiendo abastecimiento solo dos o tres veces a la semana a través de un camión aljibe, situación de emergencia que se ha vuelto permanente y que presenta incalculables impactos en el medioambiente (emisiones) y en las finanzas públicas y privadas.

Entendiendo que aunque por unos días llueva “a la antigua”, Chile tiene que abordar el déficit de agua de manera integral y estructural en los territorios, rompiendo la falsa dicotomía entre agua para consumo humano y agua para actividad industrial.

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